"Protestaron: 'Cuando uno sacrifica una res no se atreve a mirarle los ojos.' Uno de ellos me dijo que no podía comer la carne del animal que degollava. Otro me dijo que no sería capaz de sacrificar uma vaca que hubiera conocido antes, y menos si había tomado su leche. Les recordé que los hermanos Vicario sacrificaban los mismos cerdos que criaban, y les eran tan familiares que los distinguían por los nombres. 'Es cierto - me replicó uno -, pero fíjese que no les ponían nombre de gente sino de flores.'"
García Marquez, Crónica de una Muerte Anunciada
García Marquez, Crónica de una Muerte Anunciada
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